Captura de pantalla 2017-05-23 11.21.53 * Por Alex Vallega Mario dos Santos Lopes. Lo conocimos por primera vez hace 21 años en el 1996 en uno de los tantos recorridos que hacíamos con estudiantes universitarios por la Patagonia, el encuentro fue en Puerto Deseado, no podía ser otro por cierto, su rincón en el mundo, lugar de adopción de los últimos 30 años de vida cosechando también buenos amigos. Lo conocimos a partir de la curiosidad típica propia de su profesión de periodista cuando se acerco a entrevistarnos como si fuéramos “bichos raros”, pero rápidamente gracias a su fina intuición y percepción nos conoció y nos trató como si nos conociéramos desde siempre. Ese primer encuentro más que una entrevista fue un despertar, una toma de conciencia de lo que estábamos haciendo a 2200 km de la Universidad, me acuerdo que nos dijo; “¿saben lo que están haciendo acá?”. Fue una frase increíble, desnudaba nuestras intenciones y al mismo tiempo nos decía gracias por venir, no solo intuía lo que íbamos a hacer sino agrandaba los objetivos o los alcances del Programa Patagónico, como si lo nuestro fuera demasiado cauto o temeroso. Al principio nos alentaba a volver, después a continuar y luego termino siendo nuestro promotor de la 1era Hora. Ir a Puerto Deseado para nosotros además de trabajar en algún proyecto y reencontrarse con amigos, era visitarlo, contarle nuestras ideas y proyectos, como si esperáramos un consejo, a veces en una confitería, en la casa o en la radio. Las entrevistas en la radio, cualquiera que fuera, iba yo con alumnos de Ciencias Políticas, de Historia o de Ingeniería, aprovechando charlas con él como si tuviéramos entre casa, era como una “pequeña escuela” lejos de la Universidad que yo lo utilizaba como parte de la formación de la decenas de estudiantes universitarios. Era un favor que nos hacía. Además de viajar todos los años con el Programa Patagónico (CEEP) viajé 9 veces desde el 2008 también con el colegio de la Providencia de Bella Vista y nos hacíamos un momento de los 4 días que nos quedábamos en la localidad de Puerto Deseado y nos acercábamos “a su Radio” y nos encontrábamos con un periodista de lujo que hacía más de anfitrión que te “preguntón”, acojía cada año a los alumnos y a su director Fernando Braconi en su viaje de estudio de fin de curso, con la alegría de alguien que recibía una buena noticia y así lo transmitía al público oyente. Presenciamos algunas de las presentaciones de sus libros como también nos acompaño en otras que hicimos con la Universidad, recordamos todavía la de septiembre del 2014 con su libro sobre los portugueses en la Patagonia, lo presentó en el salón “Mons Derisi” de la Universidad Católica Argentina, lo hizo con simpleza, con cariño, rodeados de amigos y de descendientes portugueses, fue “una velada” más que una presentación. Esa misma mañana dictó una conferencia a un centenar de alumnos de Ciencias Políticas en el aula Magna de “Santa Cecilia”, con el mismo estilo, con cara de ingenuo pero escondiendo detrás de sus anteojos su talento y la sabiduría de tantos años en la profesión, una profesión que ennobleció con su trabajo cotidiano. Un 30 de abril a las 20.15 me mandó un mail invitándonos a colaborar sobre un nuevo libro, esta vez era sobre las “hazañas” de Pedro Urbano una obra inconclusa como tantas otras que tenía en su cabeza para la Patagonia. Era incasable su preocupación por las buenas cosas de Puerto Deseado y alentador la gran confianza que nos tenía. Puerto Deseado perdió además de un periodista, la buena pluma de un buen escritor y un fino investigador, nosotros del Programa Patagónico perdimos un maestro y buen amigo. *Alex Vallega, director del Programa Patagónico