Chaco 1NOVA CHACO/Por Alicia Panero y Erika Alfonso.- El paraje Palma Sola, en cercanías al Impenetrable Chaqueño, es la suma de todas las miserias posibles que puede vivir el ser humano. El paraje Palma Sola, en cercanías al Impenetrable Chaqueño, es la suma de todas las miserias posibles que puede vivir el ser humano. Allí las comunidades aborígenes originarias, están signadas a la marginalidad más obscena. El 13 de Septiembre, el médico Matías Delgado, hizo un llamado desesperado de difusión de la grave situación del niño Vicente Cardozo quien tenía 12 años y padecía Encefalopatía Crónica no evolutiva. Vivía en dicho paraje junto a su papá y dos hermanos de 13 y 14 años. Su mamá falleció hace dos años de Tuberculosis, una enfermedad reversible si es tratada a tiempo y de manera adecuada. No reciben ningún tipo de ayuda económica, ni asignación. Su vivienda es una pequeña choza de adobe, techo de paja, piso de tierra y paredes habitadas por vinchucas. El agua para beber la obtienen de una represa (charco de agua sucia, verdosa, estancada de la última lluvia). Hace tres años los alimentaron de promesas; una casa de material que hoy solo son cinco ladrillos apilados. El Estado estuvo ausente, la sociedad le dio la espalda y Vicente siguió durmiendo a la intemperie, sin medicación, sin controles médicos periódicos ni alimentación. Sus derechos no se cumplieron. El 16 de este mes, Vicente sufrió una crisis, la ambulancia nunca llegó y murió tirado en el piso. El cacique Constancio López se lo informó a la fundación El Sol Sale para Todos: “Dar aviso al Estado no tiene ya ningún sentido, nadie los socorre”. “Ese chico falleció, llamaron a la ambulancia, pero llegó tarde y se murió. Nos dolió a todos, lo sentimos mucho, la ambulancia siempre tarda mucho. Yo mando la foto mostrando cómo viven pidiendo ayuda a la gente de Resistencia y Buenos Aires”, dijo. La Fundación subió la historia y las imágenes a su cuenta de Facebook, de donde debieron sacarla tras recibir amenazas. Marina Pérez, una de sus integrantes, explicó y corroboró todas las circunstancias que rodearon a la muerte del niño. Sostuvo que su Fundación hace lo que puede y que en este momento están realizando una campaña para conseguir bombas extractoras de agua, ya que hay cerca de 300 comunidades que no tienen acceso a este recurso vital. “Viven rodeados de enfermedad y muerte”, señaló Marina. Ella no teme a las amenazas, está acostumbrada, hace más de 25 años que trabaja con y por los aborígenes, ocupando el lugar que debe ocupar el Estado. El caso de Vicente Cardozo, se virilizó en las redes sociales sin que a ningún gran medio, esos que cubren huracanes, terremotos y búsquedas que son necesarias, le interese hacerlo público. Las tomas de los colegios de Capital Federal venden más que un niño muerto en la desidia. Y ante estos hechos surgen los comentarios de siempre “el Chaco es así”, “solo votan peronismo”, “que no se quejen” demostrando la sociedad una indiferencia que espanta. La democracia es el respeto a las minorías y esta democracia es tan desnutrida como los niños que mueren de hambre. Derechos humanos selectivos, juicios de valor sobre personas mansas y esclavas de una bolsa de comida. Una situación sostenida en el tiempo por décadas, ante el ejercicio del peor de los pecados, la indiferencia. Vicente es uno más, y seguramente no será el último. Una sociedad que ha naturalizado la muerte, porque ellos son pobres, morochos e indios, no tienen ojos azules, ni apellidos europeos. Medios de comunicación que solo difunden agendas agotadoras para el público y que no vuelven a estos temas porque “pasa todo el tiempo, en todos lados”. Mejor mirar para el costado. Los derechos humanos son universales, son los gobiernos quienes deben velar por que se cumplan, no se puede elegir quién los merece más o menos. Los derechos de los niños deben ser custodiados y de cumplimiento efectivo aunque no sirvan a los fines políticos de sumar un voto. Constancio López es un referente de las comunidades del Impenetrable y alguien debería escucharlo. Agradeció la intervención de la Fundación “El Sol Sale para Todos Chaco”, donde Marina Pérez, Valeria Antonella Rubiano, Matías Israel Sienssiz y el Ingeniero Carlos Pacheco, son quienes ayudan con recursos propios y llevan médicos como Gabriela Pacheco y Marlín Lentore, y la kinesióloga Karin Gómez quienes tratan de acercar salud, donde el Estado permanece ausente.