BUENOS AIRES.- El contador Víctor Manzanares brindó más detalles ante la justicia, sobre  las inversiones de Daniel Muñoz, y contó como fue la operación a través de la cual el ex secretario presidencial invirtió dinero en acciones del grupo de farmacias Llaneza.  Manzanares testimonió que en 2008 Muñoz invirtió U$S 8 millones, y que dos años después se realizó la transferencia de acciones a su favor. Dijo que ese fue el inicio del crecimiento de Carlos Temístocles Cortez, ahora preso y pieza clave en la organización de lavado de dinero que hoy se investiga. Así lo reveló el periodista Diego Cabot, en La Nación, quien accedió a información sobre el testimonio que brindó hoy el contador Víctor Manzanares, quien amplio la declaración de 11 horas que había realizado la semana pasada. Allí reconoció que escondió un bolso con U$S 20 millones de dólares en la casa de la madre de Néstor Kirchner, en Río Gallegos, y que el dinero luego lo utilizaba el ex secretario, Daniel Muñoz, cuando tenía que lavar dinero de la corrupción. El testimonio de Manzanares complica aún más la situación de los procesados en la causa que investiga el lavado de dinero presuntamente obtenido del pago de coimas durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. El contador de los Kirchner le contó al fiscal Carlos Stornelli como funcionaba el esquema de farmacias en Santa Cruz en 2008. Afirmó que en la provincia había dos grupos de farmacias,  La Franco, de la familia Cárcamo;  y la que nucleaba a las farmacias pertenecientes a los hermanos Llaneza. Reveló que las demoras en los pagos por las facturaciones a los afiliados a la Caja de Servicios Sociales, la obra social de la totalidad de los estatales intervenida por el gobierno de Néstor Kirchner en 1991, generó desfasajes financieros en las farmacias y que esa circunstancia fue aprovechada por Daniel Muñoz para realizar una propuesta al grupo Llaneza que oxigene las cuentas de las farmacias. Según dijo el contador, Kirchner les pisaba los pagos y entonces venían los problemas de caja para los comerciantes. En ese momento, Carlos Temístocles Cortez, un especialista en sistemas que trabajaba para los Llaneza y era amigo de Manzanares. Así llegó la primera oferta a Muñoz para que ponga dinero en las farmacias. Manzanares, que era profesional de todos los grupos, desaconsejó la operación. En 2008 llegó una segunda propuesta que tampoco convenció al contador, pero Muñoz no hizo caso y decidió que igualmente se hacía. Según relató, en ese año se capitalizó la compañía con 8 millones de dólares. Finalmente, en 2010 se realizó la transferencia de acciones. Fue el inicio del crecimiento de Cortez, ahora preso y pieza clave en la organización de lavado de dinero que comandaba Muñoz y que prosiguió Pochetti. Aquellas farmacias se convirtieron en una red de 22 comercios con sucursales en toda la Patagonia. Los negocios se expandieron. Muñoz compró una casa en Martínez y empezó el portafolio de inmuebles en EE.UU. Llegó el momento de la expansión. El dinero fluía y las conexiones, también. Empezó el camino para llegar a la Patagonia. El hombre clave en Neuquén fue Gregorio Ludman, con quien el exsecretario creó varias empresas. En Buenos Aires, las ofertas de negocios se sucedían. Llegó una oferta por comprar un laboratorio y según Manzanares, Muñoz autorizó avanzar. El número que apuntó el contador para quedarse con la empresa era de US$40 millones; estaban dispuestos a ponerlos. Pero una denuncia de la diputada Mariana Zuvic generó una alarma. Finalmente se desistió de la operación por temor a levantar sospechas. Manzanares dijo que el precio que se pagó fue de 34 millones de dólares y la sociedad quedó en manos de Cortez, y los dos hermanos Llaneza. Seguramente esa operación será revisada no solo por la Justicia sino por la AFIP. Cortez se convirtió en un hombre de confianza de Muñoz y allí hay una línea de investigación que se profundizará. De a poco, y ayudado por el anonimato en Buenos Aires, el especialista en sistemas empezó a ganar lugar. De hecho hicieron varios viajes juntos y Manzanares se enteró de algunos detalles del novel empresario. Por ejemplo, que tiene un lodge de pesca en el Caribe y que algún negocio con un socio cubano lo llevó a la isla. También contó que una vez, en un hotel cinco estrellas, Cortez se fue por su cuenta y no quiso compañía. Manzanares no le creyó que se iba a pescar. Y ahora, aquel destino, está apuntado en la causa como un presunto escondite de dinero.   Fuente: La Nación/ Diego Cabot Foto portada: Web grupo Autofarma