BUENOS AIRES-  La actividad turística fue la que más padeció hasta el momento los efectos económicos de la pandemia por el COVID-19. En lugares como Iguazú, Ushuaia, Calafate, Chaltén y Villa La Angostura reflejan lo que sucede en muchas localidades del país. Según la Cámara Argentina de Turismo, 15% de los hoteles se cerraron y 100.000 empleos se perdieron definitivamente. ¿Qué dicen los referentes del sector en El Calafate?

A la abrupta clausura de la actividad por la pandemia de coronavirus, cuando culminaba una de sus mejores temporadas, se suma ahora la incertidumbre por la falta de horizontes claros sobre cuando se reabrirá el turismo nuevamente y sobre todo cuál será la nueva fisonomía que adquirirá en la era postpandemia.  

El periodista Sergio Serrichio publicó hoy en Infobae un relevamiento entre los principales destinos turísticos del país, para conocer cuáles son las expectativas del sector frente a las puertas de una nueva temporada. 

Desde el mirador de la presidencia de la Cámara Argentina de Turismo, Aldo Elías traza una evaluación de daños no de la pandemia de coronavirus (al sábado 5 de septiembre, 471.806 casos y 9.739 muertes en todo el país), sino de la cuarentena con la que el gobierno intentó sin éxito contenerla vedando desde marzo la actividad turística, hotelería y gastronomía incluidas, cerrando los Parques Nacionales, clausurando los cielos y restringiendo los medios de transporte, a lo que provincias y municipios sumaron barreras (o zanjas) de acceso para que no entrara el virus.

Un 15% de los establecimientos hoteleros del país, dice Elías, no volverán a abrir, y 100.000 empleos en el sector turístico (hoteles, gastronomía, agencias de viaje, guías, etc) se perdieron definitivamente. Es la consecuencia, señala, de 6 meses sin ingresos y soportando gastos fijos.

Según datos de la Cámara Argentina de Turismo, el 15% de los hoteles se cerraron y 100.000 empleos se perdieron definitivamente. 

A más de 4.000 kilómetros de Iguazú, Oscar Souto, secretario de Turismo de El Calafate, responde al llamado de Infobae. “Hay una alta preocupación”, reconoce. “Cuando en marzo se cerró el Parque Nacional los Glaciares (PNLG, el más grande de la Argentina, que incluye al Glaciar Perito Moreno y muchos más, que conforman una de las mayores masas de hielo del planeta) pensábamos que esto se terminaba en agosto. Pasó agosto y se volvió más complejo; se fueron cayendo alternativas”, enumera.

Primero se pensó abrir el PNLG a los locales, luego a toda Santa Cruz y luego a Chubut, pero la capital provincial, Río Gallegos, tuvo un fuerte brote y el Comité que debe autorizar la apertura del Parque se demora porque, entre otras razones, renunció el ministro de Salud provincial, Juan Carlos Nadalich, hombre de máxima confianza de la gobernadora, Alicia Kirchner.

Hace mes y medio, rememora Souto, hablaron con la low-cost Jet Smart, para que volara desde Rosario, pero hubo rebrote en la provincia de Santa Fe y Rosario volvió a cerrarse. Sin aviones, además, imposible reactivar el triángulo “Patagonia Fantástica”, con vértices en El Calafate, Puerto Madryn y Ushuaia, otra alternativa caída.

“Estamos muy preocupados, como toda localidad que depende pura y exclusivamente del turismo, como nosotros y El Chaltén”, dice Souto, por el pueblo más joven de la Argentina, fundado en los 80s a poco más de 200 kilómetros de El Calafate y que cada año recibía decenas de miles de extranjeros, principalmente europeos, fascinados por su belleza natural y los imponentes cerros Fitz Roy y Torre, todo un desafío para escaladores profesionales.


“Esperamos que en octubre haya vuelos, primero personal esencial, luego visitas familiares y que al final del mes las cosas mejoren en Buenos Aires. Por ahora solo hay vuelos para el personal de mineras y represas”, dice, por las obras sobre el río Santa Cruz. Sobre la situación de hoteles y gastronomía, Souto acota: “cada empresa es un mundo; hasta ahora no escuche hablar de quiebras, pero es una posibilidad cierta en un futuro cercano”.

La ley sancionada en Diputados, dice, ayudará, y los ATP llegaron, pero se necesita “temporada”. Que al menos comience en diciembre o enero. “Las dos últimas fueron muy buenas, la 2019/20 no fue record histórico porque en marzo se truncó (normalmente, se estira hasta Semana Santa). “Necesitamos que el turismo se abra para oxigenar y que empresas y trabajadores lleguen en pie a la temporada 2021/2022”, concluye Souto. Es decir, de acá a un año.

Adolfo Jansma, presidente de la Cámara de Comercio local y dueño de Nibepo Aike, una estancia turística que mantiene junto a una actividad agropecuaria, se siente desorientado con tanto anuncio y contra-anuncio. “Nos habían dicho que en septiembre arrancábamos y teníamos 60 días para organizarnos. Ahora hablan de noviembre. Además, tuvimos un cierre temprano del verano. Ahora tenemos que llamar a los trabajadores de temporada y si los despedimos tenemos que pagarle doble indemnización.

Nos obligan a emplearlos para una actividad que un DNU presidencial prohíbe”, dice Jansma, planteando un intríngulis de muchos destinos turísticos que tienen trabajadores permanentes “de temporada”, una de las cuatro variantes de la ley de Contrato de Trabajo. Al terminar cada temporada, les liquidan todos los ítems, como marca la ley.

Fuera de temporada, no les pagan nada, pero están obligados a convocarlos para el inicio de la siguiente. Si no se presentan, pueden despedirlos, pero si se presentan, están obligados a darles un trabajo que hoy no hay. Es un problema también para los trabajadores, que este año en muchos casos no tendrán cómo llegar.


“Este lugar es netamente turístico e internacional. Mucha gente ya cerró, te das cuenta cuando recorrés las calles del centro. A muchos le rechazaron el ATP; a mí me lo rechazaron por doble actividad: tenia 30 personas en la actividad turística y 3 en el rubro agropecuario, y después de cuatro meses me lo negaron por “doble actividad”, algo que en el F931 (un formulario) estaba clarísimo”, lamenta Jansma, y cuenta que a empleados de otros establecimientos les pagaron dos meses del ATP, pero ya no el tercero.

Cada retraso en la apertura es un problema mayor: 65% de los turistas que llegaban a El Calafate eran extranjeros y 35% argentinos. Los de afuera no van a venir hasta la próxima temporada (septiembre 2021) y de los argentinos vendrá el 20% de los que venían antes, que sería apenas un 7% del total.

Mientras tanto, prosigue Jansma, la provincia sigue cobrando el adelanto de Ingresos Brutos (Sicreb) y el Municipio dio crédito fiscal para cuando retome la actividad. “Necesitamos vuelos y trabajar con protocolos.

Cerramos todo e igual tenemos tantos contagios; ponele que la vacuna esté en 2021, ¿cuántas empresas van a llegar? Un empresario puede aguantar con ahorros una vez que cerró, ¿pero los que se quedan sin trabajo?”, dice Jansma, para quien recién en octubre de 2021 se sabrá cuántos hoteles y restaurantes siguen en pie. Y nota un fenómeno similar al de Iguazú con Posadas. “Los pueblos estatales, como Río Gallegos están en contra de la apertura. Antes los de allí iban a Punta Arenas, ahora todos se quedan en Gallegos”, dice.

En El Chaltén, la “capital nacional del trekking, en tanto, Gerardo Mirvois, que fue intendente del pueblo y participó hasta hace poco de un Bed & Breakfast familiar, reconoce un panorama complejo. “Chaltén depende mucho del turismo internacional, que este año no va a volver”, dice.

La módica apuesta es a la reactivación del turismo nacional y regional en una temporada corta, enero-marzo, para tener algo de ingresos y aguantar hasta la primavera 2021. “En parte estamos acostumbrados a esta dinámica de varios meses sin actividad”, reconoce. Y

como fortalezas de El Chaltén apunta que los dos últimos años fueron muy buenos y que la gran mayoría de los emprendimientos del lugar son familiares, sin tanto costo de estructura.

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