Estoy sentada frente a esta máquina buscando información para el proyecto que emprendí junto a varios médicos de nuestra querida Argentina sobre la pérdida de olfato y gusto, provocado por el virus SARC Cov 2, o COVID- 19, como prefieran llamarlo, que tantas consecuencias está teniendo en las personas de todo el planeta.

No solo la pérdida de olfato u otros síntomas indicadores del contagio que cada día se van descubriendo, sino también lo que nos esta provocando a nivel interior. Sensaciones y necesidades que con la vorágine del día a día y del trabajo creíamos perdidas, y que de pronto comenzamos a experimentar nuevamanete.

Aspectos de nuestras vidas que antes ni siquiera teníamos en cuenta y que ahora, con el aislamiento social obligatorio y preventivo, revalorizamos y volvemos a poner en el lugar que corresponde en nuestro esquema de sentimientos que es la estructura que nos mantiene vivos, en todo el sentido de la expresión.

Aislados de las personas queridas, de amigos y de familiares, todas esos desencuentros, enojos y pequeñas peleas que habitan en el universo de nuestros lazos afectivos pasaron a segundo plano al sentir que no nos podemos ver, que no podemos besarnos ni abrazarnos, acciones y sentimientos que solo los Argentinos somos capaces de dar.

Vine hace 11 años a esta provincia y a El Calafate para conocer sus maravillas y me di cuenta que este era mi lugar, no había médicos de mi especialidad en el pueblo. Me ofrecieron una buena oportunidad laboral y luego de hablarlo con mi familia decidí venirme, con mis dos hijas. Ellas eran muy chiquitas, y al igual que yo decidieron que este era su hogar.

Comencé a trabajar, buscando siempre una oportunidad para ingresar en el hospital, pero eso me llevó mucho tiempo, trabajé en la parte privada, poniendo siempre lo mejor de mí y permanentemente tratando de ser mejor y dar lo mejor.

Hasta que un día me llamaron para trabajar en el hospital Samic. No puedo explicar lo que eso significó para mí ese momento, esa oportunidad fue un regalo. Desde que ingresé en julio del 2017 nunca dejé de dar lo mejor de mí para bien del hospital que se transformó en mi segundo hogar, hasta el día de hoy.

Le debo mucho al hospital, ya que me permitió seguir formándome cada día más. Y es por eso que en este momento de pandemia cuando más nos necesitan a los profesionales, estuve siempre presente ayudando desde el primer día. Porque sabía y sentía que esa era mi obligación personal y profesional, y hasta el dia de hoy lo sigo haciendo en todo lo que pueda y me pidan para que esta pandemia nos dé un respiro.


Esta situación me alejó de mis seres queridos, mis padres, personas adultas, mis hijas, que preferí que se quedaran a estudiar en mi provincia natal para que el día de mañana puedan tener las herramientas que les ayuden a ser quienes quieran ser, y les abra las puertas a un mejor futuro. Esta decisión hizo que no pudiera ver a mis hijas por casi 10 meses y a mis padres por casi un año.

Se preguntarán ¿para qué esta médica cuenta todo esto?

Porque quiero pedirle encarecidamente al gobierno y a sus funcionarios responsables, que habiliten los vuelos de cabotaje a toda la Argentina. Ya que necesito, tanto yo como muchas otras personas de El Calafate, de Gallegos o de cualquier localidad o provincia del interior del país, poder viajar para ver a mis seres queridos. Abrazarlos, sentirlos y reencontrarnos, con nosotros mismos y con nuestra esencia de seres que necesitamos del otro para sentirnos plenos de cuerpo y alma.

Yo hoy lo necesito más que nunca ya que tengo a mi papá muy enfermo y me angustia pensar que no sé si lo volveré a ver.

Ayudé al hospital, a todos los pacientes con covid, me expuse yo y expuse a mi pareja, gracias a Dios nunca nos enfermamos. Solo estoy enferma de tristeza de pensar que no sé cuando voy a volver a ver a mi papá, y eso ya no depende de mí sino de este gobierno nacional y del provincial. Que nos permitan llegar a nuestras provincias bajo todos los protocolos necesarios para poder ver a nuestros seres queridos, quien sabe sino es por última vez.

Yo solo quiero ver a mi papá y para hacerle sentir el amor y el agradecimiento por todo lo que me dio en esta vida y la enorme enseñanza que me dejó, y que gracias a Dios pude transmitirle a mis hijas. Este sentimiento no es lo mismo hacerlo con la mirada bajo un barbijo donde la sola mirada demuestra el amor y el agradecimiento, que hacerlo por medio de una video llamada.

La sola presencia y sentir el calor de un ser querido vale más que miles de llamadas telefónicas.

A los señores gobernantes, les pido encarecidamente reevalúen la posibilidad de abrir los aeropuertos de todo el país para que nosotros, personas que no tenemos otro medio de llegar a nuestras provincias vía aérea sin pasar por Buenos Aires, por tierra o por el medio que sea, se nos dé la oportunidad de poder ver a nuestros seres queridos.

Simplemente gracias.

Médica-Otorrinolaringóloga-Hospital SAMIC.
MP2094-MN167511