LA NACIÓN/Mariela Arias.- 

RÍO GALLEGOS.- La carne ovina con faena Halal viene registrando una demanda en alza de países de Medio Oriente, entre otros mercados. Santa Cruz es una de las beneficiadas con la exportación de este producto a través del frigorífico Estancias de Patagonia. 

Sobre el fin de la temporada de faena ovina, un dato sorprende en el frigorífico Estancias de Patagonia SA: la faena bajo el rito religioso Halal destinada a la población musulmana representa hoy el 30% de la producción, una tendencia que fue en aumento en los últimos años y que se refleja también en la apertura de nuevos mercados.

Si bien la faena Halal tiene historia en la Argentina, en los últimos años hubo un crecimiento de mercados, así lo detalló a LA NACION Alvaro Sánchez Noya, presidente del directorio de Estancias de Patagonia. “La producción bajo faena Halal hoy es requerida desde Medio Oriente, exportamos a Qatar, Kuwait, Túnez y a los países europeos tradicionales se sumaron Suecia o España, lo cual creemos que está relacionado con la expansión de la comunidad musulmana en el mundo”.

Álvaro Sánchez Noya, presidente del directorio de Estancias de Patagonia SA Horacio Córdoba - LA NACION

Estancias de Patagonia SA es una empresa de ganaderos asociados que produce y exporta carne ovina patagónica, compuesta por productores accionistas y adherentes, todos ellos propietarios de campos en Santa Cruz, Tierra del Fuego y Chubut. Por su trabajo y amplio crecimiento se ha transformado en la primera empresa procesadora y exportadora de carne ovina del país.

La actual temporada de zafra en el frigorífico santacruceño cerrará con un número aproximado de 190.000 cabezas ovinas, 9000 vacunos y se estima, para los próximos meses, se faenarán entre 3000 y 4000 guanacos en las instalaciones ubicadas en las afueras de esta ciudad. En la presente zafra, el 64% de la producción de esta temporada fue destinada a la exportación.

Para la empresa, exportar carne ovina faenada bajo el rito religioso musulmán significó también un intercambio y aprendizaje cultural. “El faenador es enviado por empresas autorizadas en la Argentina para realizar la faena, nuestro frigorífico está autorizado, ellos realizan la faena con un solo corte, sin tocar el hueso del animal”, explicó Sánchez Noya.

Tareas en un sector de despostado en la planta frigorífica
Horacio Córdoba - LA NACION.

Desde 1978, el Centro Islámico de la República Argentina (CIRA), una institución de carácter religioso, social y educativa, es la autorizada y reconocida por los principales organismos internacionales para emitir la Certificación Halal en la Argentina.

Una vez realizada la faena por el rito musulmán, el proceso dentro del frigorífico conlleva la misma velocidad que el resto de la carne, salvo que esta es identificada con el sello de faena Halal, se le realiza la trazabilidad del animal –aquella que permite identificar el recorrido que tuvo la carne desde el campo de origen en la Patagonia- y toda la mercadería va acompañada con los sellos y etiquetas que identifican el tipo de faena.

“La obtención de la certificación Halal es un procedimiento sencillo, que consta en principio de breves pasos, como la presentación de informes y la realización de auditorías para obtener la aprobación de la planta, y así luego recibir la Certificación Halal de cada uno de los lotes a exportar”, se lee en la página oficial de CIRA.

Allí se detalla que el término Halal aplicado al orden alimenticio significa “lícito o autorizado para el consumo”. Agrega: “Decimos que un producto es Halal para consumo islámico siempre y cuando el mismo cumpla con las prerrogativas emanadas de la doctrina islámica”.

Según la doctrina, cualquier alimento que sea considerado Halal debe ajustarse indefectiblemente a la normativa islámica emanada del Sagrado Corán y la tradición profética: no debe contener ningún ingrediente vedado, entre ellos carne de animal hallado muerto, la sangre, la carne de cerdo y todos sus derivados, los animales que se alimentan con carroña o que poseen garras, animales muertos por asfixia, matados por otros animales o sacrificados invocando otro nombre que no sea el de Dios. También son ilícitos el alcohol y cualquier embriagante.

“La presencia de los faenadores cada año nos ha permitido ir conociendo también su cultura a partir del intercambio que tenemos con ellos, cómo viven, la realidad de su religión y sus países. Hoy lo sorprendente en la comercialización es que han aparecido demandas que no había, donde la migración ha crecido. Son gente de laburo, consumen y han entrado a un acceso de consumo, donde su carne predilecta es el cordero”, señaló el presidente del directorio.

Con respecto al año pasado, Estancias de Patagonia ha aumentado en un 10% el volumen de faena, aunque reconocen que la condición de los animales no fue la mejor, por la sequía que atravesó la región. Si bien se aumentó en cantidad, los animales fueron de menor calidad corporal, es decir más livianos.

La principal preocupación de la actividad es la baja del volumen de producción, que desde 2000 viene mermando entre el 1 y el 2% anual. “La principal amenaza que tenemos hoy es la falta de materia prima y no hay un solo factor, hay muchas condiciones que se dan, más allá de lo climatológico, tiene que ver también con políticas de gobierno que van desde las retenciones al altísimo costo de vida en el área rural, de modo que cada vez es más costoso producir y trabajar en el campo, sobre todo para los pequeños y medianos productores”, reflexionó Sánchez Noya.