[caption id="attachment_6129" align="alignleft" width="450"]Don Jorge Foto: Marco Marincovich[/caption] Por Marcelo Cépernic Hoy hace 43 años se celebraron elecciones nacionales. En el orden nacional triunfó la fórmula Campora-Solano Lima. En el orden provincial triunfó la fórmula Cepernic-Encalada. En aquel tiempo muchos de nosotros nos considerábamos "movimientistas", despreciábamos la "partidocracia" y por esa razón no estábamos afiliados. Yo era docente. Quizás por ambas condiciones (docente y no afiliado) fui seleccionado por el Tribunal Electoral como presidente de mesa. ¡Que situación! Yo debía ser la garantía de corrección e imparcialidad de esa mesa electoral en una elección donde mi papá era candidato. Afortunadamente, pudimos establecer una relación de cordialidad con los vocales y fiscales de la mesa. Todo transcurrió con normalidad y alegría. No era para menos, volvíamos a votar luego de otra larga noche de gobierno militar. El adversario más importante era don García Leyenda, por la Unión Cívica Radical. En la provincia no había podido integrarse el FREJULI , que era el frente electoral que llevó a la Presidencia la fórmula nacional. O sea el PJ iba solo. Cerrado el comicio, abrimos la urna y comencé a abrir los sobres. El primero: García Leyenda. El segundo: García Leyenda!!! El tercero, el cuarto!!!!! Todos García Leyenda. Yo, con cara de póker. Finalmente el quinto salió Cepernic. Luego comenzaron a salir: Cepernic, Cepernic, Cepernic. Finalmente, si mal no recuerdo, ganamos con algo así como el 60% de los sufragios. Nos saludamos entre los integrantes de la mesa y salí afuera. Era en la Escuela 19. Tenía metido en la cabeza, de la cartilla electoral, que en 100 metros alrededor de un local comicial no es posible efectuar ninguna manifestación partidaria (nadie le da pelota a eso en la actualidad). Yo, para cumplir a rajatabla, hice dos cuadras. Ya había oscurecido. Recién allí, entonces, pude liberar mi emoción reprimida y me puse a gritar. No la había visto. Una mujer venía muy cerca mío. Ni bien oyó mi primer grito huyó despavorida, a la carrera , en sentido contrario. Nunca supe quien era. Nunca pude pedirle disculpas.