NovakPor Mario Novak, periodista.- El quiebre de una medida de fuerza o la creación de estructuras laborales paralelas no es nueva en la historia del movimiento obrero y mucho menos de Santa Cruz. Cualquier acontecimiento que hoy se presenta como novedoso tiene su registro en el tiempo en circunstancias sociales y políticas aparentemente distintas. Hace un siglo, en octubre de 1915, se registra en Río Gallegos una huelga de los playeros del puerto, fuerza laboral de vital importancia para el comercio local. Los estibadores reclamaban una serie de reivindicaciones que iban desde mejores salarios a condiciones dignas de trabajo. Para esa época el puerto era un centro, por no decir el único, de vital importancia para el comercio y el transporte de pasajeros, mercaderías, insumos y los más variados elementos, entre los cuales se destacaba el carbón para el funcionamiento de usinas y frigoríficos. Este paro se producía como correlato de una serie de medidas que habían comenzado en las estancias ganaderas, donde el reclamo de salario y dignidad desembocaría años más tarde en la etapa más sangrienta de la historia santacruceña. Un año antes, en 1914, se registra la primera huelga de peones rurales en la zona de Puerto San Julián. Esto fue un preanuncio de la conflictividad social que comenzaba a incrementarse en Santa Cruz. El intento de quiebre de la medida de fuerza se evidenció con la decisión de los estancieros de contratar  esquiladores en Buenos Aires para sustituir a los huelguistas. Pero al llegar al puerto fueron recibidos violentamente por los piquetes obreros, quienes gritaban: “¡Abajo la policía!”, “¡Vamos a armarnos, hermanos!” y “¡Vénganse con nosotros, carneros!”. Los policías, que protegían a los desembarcados, recibieron más de cuarenta disparos. Luego iniciaron una persecución contra los activistas obreros que arrojó el saldo de 69 detenidos (40 españoles, 20 chilenos, 1 inglés, 1 italiano, 1 ruso, 4 argentinos y 1 francés). A principios de 1915, y como coletazo de la primera huelga rural, pararán sus tareas los obreros del frigorífico Swift de Río Gallegos. Nuevamente con ayuda de la represión policial es derrotado el movimiento y son encarcelados los dos dirigentes Serafín Pita (uruguayo) y José Mandrioli (italiano). Ya en octubre de ese año se registra la huelga de los estibadores portuarios que quedó en la historia por la utilización de los presos de la Unidad 15, cárcel federal, para trabajar en la carga y descarga de mercaderías del puerto en reemplazo de los huelguistas. Esto fue decidido “ a pedido de los comerciantes locales a las autoridades gubernamentales. La competencia entre mano de obra libre y cautiva estuvo ceñida en casos aislados al ámbito urbano, sin registro de acciones en los campos que proveían la riqueza del entonces territorio. Hay que recordar que la mayor actividad económica estaba originada por el frigorífico y las barracas laneras, que procesaban lo producido por el campo. Sin embargo, esta amenaza latente que significa la utilización de presos para reemplazar obreros en huelga, pretendía generar un efecto disciplinador en la masa obrera. Esa delgada línea que dividía hasta geográficamente a la cárcel del frigorífico, una cerca de alambres,  no era tan simbolica, sino real. Sino que lo digan los dirigentes Serafín Pita y José Mandrioli, líderes obreros encarcelados luego de la huelga de mayo de 1915. Como conclusión podemos decir que nada se presenta como nuevo en los conflictos sociales, la marcha , la movilización y hasta el piquete que casi siempre recuibe como respuesta la presión, la extorsión, el reemplazo de huelguistas, entre otras. Hay cosas que siguen casi igual aunque haya pasado más de un siglo. Estibadores“El estibador era un peón de playa… El movimiento marítimo y portuario era tan febril que más de 500 personas se dedicaban a trabajar como estibadores en el puerto. “En esa época todos los insumos para la población venían por vía marítima. No había rutas asfaltadas, como hoy día, lo que subía los costos del transporte. Los barcos fondeaban en el centro del estuario, y hasta ahí llevaban una chata a remolque y allí pasaban las mercaderías y con la marea alta la acercaban lo más posible a la playa, y cuando bajaba la marea ésta quedaba varada. En ese lugar se ponían tablones, para que los estibadores pudieran transitar, descargando. No había límite de peso para los bultos; por ejemplo, si a uno le tocaba un bulto de 5 kilos, en buena hora, pero si tocaba uno de 100 tenías que llevarlo igual. Era un trabajo brutal. Algunos cargaban durante cuatro o cinco horas y no volvían más. Las distancias a recorrer eran, como mínimo, de cien metros y a veces hasta de ciento cincuenta metros y nunca se suspendía por mal tiempo; la mercadería tenía que descargarse y había seis horas para hacerlo, porque una vez que subía la marea ya no se podía seguir con el trabajo. Dependíamos de la marea, así es que tanto se podía empezar con la descarga a las cuatro de la tarde, a las ocho como a la una de la madrugada. No había horario para ganarse el pan”  Testimonio de Don José Gallardo- Estibador Portuario de Río Gallegos en la decada del 50. *Foto: archivo Roil.