[caption id="attachment_27660" align="alignleft" width="300"]Foto: Télam Foto: Télam[/caption] Por Héctor Barabino.- Hace cinco meses publicamos “La fórmula de los Kirchner: retención de un mes de sueldos, diezmados”. Una nota en la que evocábamos aquel diciembre de 1991 cuando Néstor retuvo el sueldo y el aguinaldo de los estatales, y aunque al cabo de algunos meses los restituyó en cuotas, el impacto en la economía de los hogares fue irreparable. Hoy, cuando ya decidió que este año no va a aumentar los sueldos a estatales, el ajuste que está aplicando Alicia Kirchner sobre el salario es mucho más brutal y conculcatorio que el que aplicó Néstor en aquel fin de año inolvidable. Aún sin el poder que tenía su hermano cuando asumió la gobernación en medio de la "provincia en llamas" que le dejó su predecesor Héctor Marcelino García, Alicia se anima a aplicar orden en las cuentas que ellos mismos desordenaron. ¿Cómo es posible que un gobierno sin respaldo electoral ni capacidad de gestión, y signado por décadas de corrupción lleve adelante semejante ajuste sin que la sociedad reaccione? Alicia tira y tira de la cuerda que ajusta el eslabón más débil de la cadena, porque se siente acompañada por una parte de la sociedad que le es incondicional sin medir las consecuencias.  El kirchnerista convencido, el kirchnerista de los kirchner. El que por identidad ideológica, conveniencia pragmática,  temor o devoción, les bancó todo.  Primero a Néstor, después a Cristina y ahora a Alicia. Hasta que se enriquezcan delante de sus narices les bancó estoico. Delante de sus narices, sus ojos, sus oídos y sus bocas, no importa, igual, no van a registrar nada ni a decir nada, y mucho menos van a cuestionar algo. "Que se enriquezcan aunque yo empobrezca",  gritan orgullosos. Es el que toleró 25 años de corrupción y ahora siente que tiene que bancar el ajuste.