Cuando aparecieron los primeros televisores, mi bisabuela Josefina, se arreglaba para pasar frente a él, porque pensaba que la podían ver. Fue una visionaria. La vio venir.

Con el asunto de la pandemia, entre muchos otros cambios de hábitos, llegó el macabro ZOOM y/o video llamada, que antes se usaba ocasionalmente.

Esto nos forzó a dividirnos en dos grandes grupos.

Por un lado, quienes aman la hiperconectividad y disfrutan caminar por la casa hablando y mostrando lo que están haciendo. Los vamos a llamar “Video Call Lovers” (VCL)

Y por otro, quienes sienten que cuando los llaman sin previo aviso, es como si les abrieran la puerta del baño. Los vamos a llamar “Sanitarioinvadidos” (SI).

Me encuentro dentro del segundo grupo.

Los “VCL” tienen que entender que para los “SI” es definitivamente una violación grave a la privacidad.

Te propongo, a vos “VCL”, que te pongas en la piel del “SI” un segundo.

“SI” amanece, se pega una ducha, desayuna y empieza con los quehaceres domésticos. Imaginemos pasada de trapo/bruja/lampazo.

En mi caso, con el pelo hasta la mitad de la espalda y recién lavado, se va generando un movimiento rotacional y de revoleo que determina una melena vaporosa y con volumen. Traducción: soy Medusa en un muy mal día, la pantera rosa salida del lavarropas.

Casi como si olfateara que estás en tu peor momento capilar, un “VCL” pura cepa, presiona el botoncito para iniciar una videollamada con vos.

En menos de dos segundos, revoleas el lampazo, vuela el teléfono y cae al piso, la mitad del pelo se mete adentro del balde cuando te agachas para levantarlo y además te chorrea el pijama porque te ibas a cambiar después de terminar de limpiar. Sos un ser im-pre-sen-ta-ble.

¿Tan difícil es mandar un wapp antes para coordinar? ¡¡¡Vamos “VCLs”!!! ¡¡¡Estamos intentando evitarles imágenes traumáticas y años de terapia!!!

Y por otro lado tenemos los ZOOMs. Quiero dedicarles unos párrafos especialmente a los ZOOMs escolares.

Que decir…

De por sí es difícil que los niños presten atención y hagan silencio en un aula presencial, sin embargo la ventaja del ZOOM es que se pueden silenciar los micrófonos. No siempre ocurre.

Alguno se olvida, no le sale… y ahí es cuando los niños y maestros/profesores, son partícipes de las delicias cotidianas de los adultos que están en zona.

Al momento, en el podio de lo escuchado, tenemos en el tercer puesto un papá expresando su frustración frente a la cuarentena, con un poder descriptivo admirable: “Me tienen las bolas secas con la pandemia”.

En el segundo puesto, una madre en proceso de empoderamiento, que se lo hizo saber a su familia: “Estoy harta de tener que cocinarles todos los putos días”

Y el primer puesto se lo lleva también una madre, que dejó en claro lo importante de mantener la limpieza en el hogar y el amor a los animales, con un pedido cargado de ternura a uno de sus hijos: “Sacá de una vez al maldito perro que si caga de nuevo adentro, lo mato”

Bellezas de la vida familiar…

Cierro esta columna haciendo tres pedidos.

A los “VCL”: respeto.

A los “SI”: resistencia.

A quienes nos gobiernan: POR FAVOR, aumentemos los protocolos y disminuyamos la necesidad de utilizar estos medios. Nos va quedando cada vez menos paciencia y necesitamos recuperar nuestra intimidad hogareña antes de que terminemos de perder lo que nos queda de dignidad.