Abrigo, llaves, billetera, lista de cosas que tenes que hacer, bolsas del supermercado y barbijo.

Antes de salir cruzás los dedos rogando que tu número de DNI sea el correcto, que el permiso especial que tenés no haya caducado, que no hayan cambiado hace un minuto las reglas de encierro, que no haya que hacer cola afuera porque hay un viento de 100 km por hora, que los negocios a donde tenés que ir tengan autorización de estar abiertos y, a esta altura en último lugar, no pescarte el COVID.

Así arrancas tu día, preparándote para insertarte en el apocalipsis zombie en el que nos tienen sumergidos. No pasa nada. Pones música en el auto y encaras la lista de misiones del día.

Misión 1: “Entrar y salir del correo sin putearte con ninguno”: es difícil. Vos que tenés tu barbijo prácticamente encarnado tapando boca y NARIZ, sentís una bronca incontrolable cuando un 50% del personal lo tiene bien puesto, un 25% no tiene tapada la nariz, un 15 % lo tiene colgando de una oreja y un 10% NO TIENE BARBIJO a la vista. No voy a decir nada, no voy a decir nada, no voy a decir… ¿te podrías tapar la nariz por favor?. Te miran feo, porque además te hacen sentir que sos una desubicada pidiendo que, por su falta de empatía, alguien se contagie.

Misión 2: “Lograr entrar al supermercado”: bue… no es horario de adulto mayor, es tu día de DNI, solamente haces 1 km de cola afuera, escaneaste el código QR, le mandaste la autorización de tu médico al gerente de la sucursal de Río Bote, ese mismo permiso se lo mostrás al guardia de la entrada que te baña en alcohol (dudoso) y cuando te toma la temperatura te dice que tenés 35,5. Es muy baja, no podés entrar. ¿Si me estoy congelando afuera y estoy al borde de la hipotermia?. Te empieza a titilar el ojo. Dejas pasar al que estaba atrás tuyo y mientras vas acordándote del chino que se comió al murciélago, de que somos el único país con una cuarentena de 7 meses y que no permiten el ibuprofeno inhalado en nuestra provincia. Lo encaras al guardia, tomáme la temperatura de nuevo. 36,5. Todo un grado de bronca.

Misión 3: “Superar el encuentro con un conocido”. Esta es la parte más difícil de todas. Antes uno se acercaba, se daba un beso, un abrazo, etc. Ahora el primer obstáculo es identificar quien demonios es el que te está saludando. (No vuelvo a burlarme de quienes no reconocían al Zorro solo por tener antifaz). Una vez que identificaste al individuo, hay que proceder con el contacto. ¿Cómo?

Primero se da una suerte de amague de ambas partes, tratando de calcular el movimiento del otro para ver para donde apunta el asunto. El beso lo descartamos porque hay chances de ir preso, creo. La segunda opción es el codo, pero me ha pasado que el humano a ser saludado era zurdo… un enrosque. Le metes un codazo en el estómago, mientras él te da un codazo en el pómulo. Abrazo no va ni por error, porque sos el peor hereje de la pandemia. Rodilla con rodilla es una opción, pero se complica según la altura del saludado y puede traer consecuencias dolorosas. ¿Suela con suela? La otra opción puede ser chocar espaldas

¿No les pasó encontrarse con su medio limón en el centro y querer saludarse con un beso? ¿Qué haces? ¿Se sacan el barbijo, se dan un beso y se lo vuelven a poner? ¡¡¡Llega a haber alguno de las fuerzas cerca y están hasta las manos!!! ¿Se dan un beso con el barbijo puesto?

Esto se esta complicando. Ya no nos entra una restricción más. Mientras algunos pelean por su vida, otros están eligiendo quitársela porque ya no aguantan más. 

Falta dinero, falta trabajo, faltan certezas, pero lo que más nos está haciendo falta es abrazarnos, darnos besos, poder juntarnos y reírnos. Nos hacen falta nuestras familias y amigos. A quienes corresponda: no nos va a matar el COVID, nos va a matar el aislamiento.

En honor a Daniel, compañero de trabajo, a quien no se lo llevó el COVID sino la desesperación.  

Es tiempo de salir a vernos sin tener que cumplir con ninguna misión.-