EmergenciaPor Héctor Barabino.- Diciembre 1991. Néstor gobernador y su gabinete. La foto de La Opinión ilustra la noticia del anuncio de la emergencia económica de nunca acabar. Ricardo Jaime era ministro Secretario General, luego fue de Educación. Carlos Zannini, ministro de gobierno, luego  diputado provincial, y juez supremo. Julio de Vido, ministro de Economía y obras públicas. Durante 12 años este equipo gobernó Santa Cruz. Otros 12 años gobernaron el país. Hoy, uno está preso en Ezeiza, por corrupto.  Otro, cumpliendo con los exámenes médicos de rigor para luego ir a hacerle compañía. El Chino Zannini declaró el lunes en la causa que investiga encubrimiento de los acusados iraníes por la voladura de la Amia. José López -otro habitante de Ezeiza- no está en la foto del diario,  pero ya era la mano derecha de De Vido en el manejo de las viviendas y la obra pública. Hay otros tantos que tampoco están en la foto, pero figuran en la galería de los procesados, imputados, o sospechados de corrupción. Sospechados para la justicia, no para quienes los conocemos y vimos enriquecerse inexplicablemente. En Santa Cruz ninguno de los nombrados y conocidos fue jamás requerido por la justicia provincial a pesar de sendas y graves denuncias que los involucraban,  la desaparición de 1.200 millones de dólares, la privatización del Banco Provincia, o las obras públicas con sobreprecios, construidas por amigos, y en muchos casos inconclusas, entre otras. Fue la justicia federal la que hizo el trabajo que la justicia provincial diseñada a imagen y semejanza del gobierno que los parió,  jamás se hubiese atrevido a hacer. Hoy sentimos que una justicia eficiente, que juzga a los corruptos poderosos es el principio de un camino, el único camino posible, que nos lleva hacia una sociedad más justa donde todos sepamos dónde está el bien y dónde está el mal. Ojalá que nuestros jueces y fiscales hayan visto por televisión las imágenes descarnadas de Julio De Vido desaforado y preso, y les sirva de ejemplo. O al menos, hayan sentido una poco de vergüenza.