EL CALAFATE.- Las hojas de los cuadernos del chofer de Baratta incluyen varios pasajes que describen la corrupción en la provincia de los Kirchner, donde el matrimonio fundó su poder político, a la par que acrecentó de manera exponencial el patrimonio familiar. Uno de esos capítulos ya impacta en El Calafate y pone bajo sospecha una de las obras más importantes financiadas por el ministerio que comandaban Julio De Vido y José López: el hospital SAMIC.
Las confesiones de Carlos Wagner, dueño de Esuco, reconociendo el pago de coimas y asumiendo que era él quien se encargaba de garantizar el pago por parte de las empresas contratistas, es el dato más sorprendente en estos doce días desde que el periodista Diego Cabot reveló en La Nación la trama de fondo del corroído sistema político argentino, que por primera vez imputa también a los empresarios de la patria contratista. «Los corruptores», según la ex presidenta.
Wagner además identificó al apoderado de su empresa, el ingeniero Mauro Guatti, a quien señaló como el encargado de llevarle personalmente el dinero al funcionario designado para recibir las coimas.

La vaguedad de las cifras sobre los costos de la obra pública siempre fue una característica de los Kirchner. Quizás por eso las noticias que reflejaron la inauguración del nuevo hospital Néstor Kirchner-Jorge Cépernic, no repararon en los más de 112 millones de pesos de diferencia entre el presupuesto inicial y el costo final de la obra.
