LA NACIÓN/Mariela Arias.-

SANTA CRUZ.-  El 31 diciembre de 2011, a solo 20 días de haber asumido el gobernador Daniel Peralta tras ganar la reelección, todos los funcionarios que respondían a la agrupación liderada por Máximo Kirchner pegaron un portazo al gobierno y se fueron con duras críticas al mandatario. Esa vez no los impulsó una derrota electoral, sino la frustrada aprobación de un paquete de medidas, que terminó con una revuelta en las calles de Río Gallegos, con heridos y autos quemados.

En los primeros días de su segundo mandato, Peralta había enviado a la Legislatura un paquete de medidas de ajuste económico que tenía como eje una postergada reforma previsional para equiparar la edad jubilatoria con la nacional. Dos funcionarios de la Anses llegaron desde Buenos Aires con el proyecto en mano, y los entonces diputados de La Cámpora, Mauricio Gómez Bull y Matías Bezi, fueron quienes llevaban la voz de la reforma. Peralta aceptaba en silencio.

Además de la reforma previsional, el paquete de medidas incluía el pago de deudas a los proveedores con bonos a cuatro años y suspender las negociaciones paritarias, entre otras medidas, para paliar el déficit de las cuentas públicas. La propuesta de la reforma previsional generó no solo la reacción de los gremios estatales, sino también la fractura del bloque del Frente para la Victoria, y dejó a Peralta al borde la renuncia.

La sesión del 29 de diciembre nunca se hizo, cientos de personas nucleadas en los gremios estatales tomaron las calles céntricas y la policía intentó controlar la situación con balas de goma, gases lacrimógenos y gas pimienta. Los manifestantes no dudaron en atacar con piedras las ventanas de la Legislatura, algunos autos y hasta se quemó totalmente un móvil policial. Los diputados huyeron por la puerta de atrás de la Legislatura. Mientras tanto, los referentes de La Cámpora anunciaban que se iban del gobierno de Peralta.

Para que no quedaran dudas de que se iban, La Cámpora difundió un duro documento en el cual confirmaba su alejamiento del gobernador Peralta y lo acusaban de falta de gestión, de evaporar un modelo de administración y de ser responsable de la crisis en el sistema de salud y educativo de la provincia.

El comunicado de la agrupación fue publicado en el diario local La Opinión Austral, se titulaba “Hacerse cargo” y fue redactado durante una reunión que los dirigentes tuvieron en local ubicado en el Barrio Belgrano de la cual formó parte Máximo Kirchner. En el documento revelaron sus diferencias con el gobernador, por quién solo tres meses atrás habían hecho campaña, y aclararon que lo apoyaron “pese a las diferencias”, por lo que entendían “una falta de gestión y modificación de un modelo de administración literalmente evaporado”.

En otro de los párrafos acusaron a Peralta de facilitar que se haya “destruido el sistema de salud pública, desquiciado la educación pública, permitiendo que se someta al conjunto de la sociedad santacruceña a un clima de extorsión y violencia permanente como método para obtener no ya derechos, sino verdaderos privilegios como nunca antes se había visto”. Así hicieron referencia al extenso paro docente que se realizó ese año en la provincia, que terminó con una huelga declarada ilegal y sin los aumentos reclamados por el sector.

Solo habían pasado 20 días desde que referentes de La Cámpora se habían sumado al gobierno de Peralta en ministerios y subsecretarias. Pese a ello no dudaron en responsabilizarlo de la crisis en la administración provincial y también cuestionaron a los sectores gremiales “que llevaron las cosas hasta límites inimaginables”. En el comunicado dejaron al margen de la crisis santacruceña al gobierno de Cristina Kirchner y aclararon: “Si su apoyo hubiésemos perdido el gobierno de la provincia”.

Sobre el final del comunicado sugirieron: “Quizás a algunos les duela nuestra juventud. O tal vez nuestro compromiso. O tal vez las dos cosas juntas, pero vamos a seguir planteando nuestra opinión cuando existan diferencias de cara a la sociedad”.

Los cuatro años que sobrevinieron de gestión 

El golpe a Peralta fue duro, pero logró sobrevivir. Aunque las heridas nunca terminarían de cerrar en los cuatro años de gestión siguieron. Desde aquel 29 de diciembre, quedó navegando en mares de soledad política y con escasa y por momentos nula comunicación con Cristina Kirchner. A la semana de las renuncias, rearmó el gabinete -tuvo que reemplazar a tres ministros- y ocupó los mandos medios, en lo que fue un recambio forzado.

En ese acto que coloreó con la épica peronista Peralta le respondió a La Cámpora sin nombrarla: “No voy a perder un solo minuto de mis horas de trabajo en pelearme con nadie en especial y en particular. Va a ser en vano que me agravien, me critiquen o me quiten los apoyos. Yo estoy parado acá porque el pueblo de Santa Cruz lo definió en la elección”.

De esas horas se recuerda, que algunas renuncias fueron apuradas y hasta hubo algunos arrepentidos que quisieron volver a sus cargos. “Especulaban que Peralta renunciaría el fin de semana”, contaban entonces desde el agitado entorno del gobernador. Los años que vendrían serían duros para el gobernador, que no contaba ya con mayoría en la Legislatura e incluso varios intendentes negociaban obras públicas con el gobierno nacional sin darle intervención a la provincia.

Peralta apeló a su poder de negociación, se recostó en el poder que le daban algunos gremios -su base de sustentación de sus épocas de CGT- y en el peor momento buscó reconstruirse a sí mismo. Hizo largas recorridas en auto por los pueblos del interior y más de un intendente inventaba excusas para recibirlo. Logró mantener su gobierno a flote y finalizar el mandato.

Mientras pretendía una nueva reelección en el 2015, se postuló bajo la vigencia de la ley de lemas, pero el kirchnerismo ya había apostado por Alicia Kirchner. Le sumó sus votos para llegar al poder. En el mismo día que entrega el mando, la hermana de Néstor le afirmó que recibía una provincia quebrada. Cristina y Máximo aplaudían en primera fila. Peralta ese día se fue no solo de la gobernación sino del kirchnerismo y formó su propio partido político, Santa Cruz Somos Todos. En las últimas PASO, no participó.