¿Qué debe hacer el Estado (y cada uno de nosotros) para que vivamos más y mejor? ¿Por qué una población saludable es esencial para el desarrollo económico del país? ¿Se puede superar la fragmentación actual del sistema sanitario en el que conviven una salud para ricos y otra para pobres? Este informe busca responder estas preguntas a través de la investigación periodística, pedidos de acceso a la información pública (Ley 27.275) y datos abiertos de entidades estatales. Vivimos más años. La expectativa de vida creció en todo el mundo. Sin embargo, cómo vivimos esos años que hemos ganado y cómo podemos lograr que más personas lleguen a la vejez es un debate que se libra en cada país. Las condiciones socioeconómicas de cada nación determinan en gran parte cómo vive, cuándo y cómo muere su población. La Argentina tiene un sistema de salud público gratuito y universal. Sin embargo, es el sistema que usan quienes no pueden acceder a otro (obras sociales o prepagas). Por otro lado, la brecha entre jurisdicciones es alta: los habitantes de las provincias más ricas viven más y mejor que quienes viven en las provincias más pobres. La salud es un derecho humano. Garantizar la salud es un “imperativo ético y moral” del Estado, dice Adolfo Rubinstein, secretario de Salud de la Nación. La salud es el principal requisito para el desarrollo de una nación, dice el neurocientífico Facundo Manes. Todas las fuentes consultadas coinciden en la importancia de asegurar la salud de los argentinos. Pero las estadísticas muestran que estamos lejos de ser uno de los países más saludables: La Argentina ocupa el puesto 54 en el índice Bloomberg de países saludables, sobre un total de 168. La Argentina es el país con más niños obesos de América Latina. 1.800 mujeres mueren cada año por cáncer cervicouterino, una enfermedad prevenible.
Las enfermedades crónicas no transmisibles son la principal causa de muerte en la Argentina (75%), y muchas de ellas se pueden prevenir (algunos tipos de cáncer, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares). La Argentina es el país de América Latina con mayor cantidad de nuevos casos de VIH por año. El 17% de los argentinos no tiene acceso a agua segura y la mitad de la población no posee cloacas.
En la Argentina, 1 de cada 3 personas presenta un problema de salud mental a partir de los 20 años. [embed]
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La salud de los argentinos hoy

 En la Argentina, la expectativa de vida para una mujer es de 80,3 años, un aumento sustancial respecto a 1990, cuando era de 75,8. Por el lado de los hombres, uno nacido en 2016 tiene una esperanza de vida de 73 años, a diferencia de los 68,5 en el inicio de la década de los 90, según datos de 2018 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A nivel global, Japón lidera el escalafón con 83,7 años de expectativa de vida (promedio hombres y mujeres). En el otro extremo, se encuentra la República Centroafricana con 50,2 años (promedio hombres y mujeres). Fueron los avances de la medicina y las nuevas tecnologías los que permitieron extender la vida humana varios años. Las estadísticas sanitarias mundiales —y también las nacionales— remarcan el retroceso de las enfermedades infecciosas, el descenso de los partos prematuros y el éxito de las vacunas. Pero también señalan con mucha preocupación las amenazas y los problemas de salud que crecieron en forma exponencial: el consumo de drogas y alcohol, los malos hábitos alimentarios, el sedentarismo y las enfermedades no transmisibles, responsables de que mueran millones de personas por día en todo el planeta. "La salud de los argentinos hoy está bien, pero podría estar mucho mejor, en cuanto a la epidemiología o la carga de enfermedad", afirma Adolfo Rubinstein, secretario de Salud de la Nación. "Nuestro país, al igual que Chile y Uruguay han terminado un proceso de transición demográfica y epidemiológica, donde hoy las enfermedades crónicas representan el 75% de la carga de enfermedades totales. Tienen que ver con la muerte prematura y la discapacidad. Las principales causas de esto son las enfermedades crónicas, las cardiovasculares y el cáncer, que comparten los determinantes sociales más profundos sociales vinculados con el tabaquismo, la alimentación no saludable, el exceso de alcohol y el sedentarismo", explica Rubinstein. Estos datos coinciden con la advertencia que lanzó la OMS en el 2017: "el mundo enfrenta una epidemia de enfermedades no transmisibles como el cáncer, la diabetes y males cardiovasculares, que requieren esfuerzos de prevención y control por parte de los Estados". Por otra parte, las enfermedades infecciosas representan alrededor de un 10% de las enfermedades, aunque generan mucha preocupación cuando aparecen repentinamente, como ocurre con el dengue o con el hantavirus, que dejó este último verano un saldo de 12 muertos y 34 infectados en el país, confirmándose por primera vez que la cepa del virus Andes Sur era contagiosa de humano a humano. Para el doctor Marcelo Melo, director del Hospital de Clínicas "José de San Martín" de la Ciudad de Buenos Aires, si se pudiera combatir la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo y la contaminación del agua, se estarían evitando el 70% de las muertes prematuras que hoy tienen lugar. "El Estado debería asegurarnos una buena alimentación para evitar la epidemia de obesidad que hoy existe. Pero hoy nos encontramos que los alimentos seguros y nutritivos son caros. Y los alimentos no nutritivos son baratos e hipercalóricos. Hace 30 años, la tasa de obesidad infantil en la Argentina era del 1%. Y hoy es del 10%. Esos pacientes obesos van a padecer muchas enfermedades a futuro, lo que hará encarecer enormemente el sistema de salud", señala Melo. Rubinstein también apunta a la desde la educación nutricional hasta políticas regulatoria para establecer, por ejemplo, el correcto etiquetado frontal [en alimentos]. También hay que poner el foco en los alimentos envasados, la promoción de la actividad física en los colegios y desarrollar un sistema alimentario sustentable, que abarque incluso la entrega de alimentos con un mayor nivel nutricional para la población". Rubistein remarca que "la obesidad es hoy una enfermedad de pobres. Además, es un problema más general, porque también implica la pérdida de oportunidades en el ámbito escolar o laboral más adelante. Nuestro objetivo no es reducir la epidemia de obesidad, sino, detenerla". Según la 4º Encuesta Nacional sobre Factores de Riesgo realizada en el 2018, 6 de cada 10 personas tienen exceso de peso (en una proporción de 36,2% de personas con sobrepeso y 25,4% con obesidad). Los datos confirman el avance de la epidemia, si se considera que la obesidad alcanza hoy a un cuarto de la población y aumentó desde el 2005 casi 11 puntos porcentuales. Al presentar este nuevo estudio, el secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, precisó: "Los datos son alarmantes si se tiene en cuenta que la obesidad entre adultos por autorreporte creció de un 20,8% a un 25,4% en tan solo 5 años. El hecho de que el indicador de sobrepeso se haya mantenido estable sólo expresa que un número significativo de personas que tenían sobrepeso pasaron a la categoría de obesidad, y que una proporción de quienes tenían peso normal pasaron a la categoría sobrepeso", Respecto al impacto del sedentarismo, la encuesta del 2018 relevó que hay más adultos con bajo nivel de actividad física (64,9 %) respecto al 2013 (54,7 %). El incremento de este indicador se vincula con el aumento de la obesidad. La versión original de esta investigación está disponible en www.investigacionesfopea.com/saludargentina. Este trabajo fue realizado por Víctor Ingrassia y equipo para el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos.